Sobre disciplinarse en lo inservible

Compartimos dos puntos muy importantes en la forma de ver la escritura: no tenemos otra cosa y, si es que lo tenemos, no sirve.

Pero entonces, ¿qué sí sirve? ¿De qué manera buscamos que esto nos “sirva” para sentirnos tan seguros de que no sirve? ¿Pretendemos que sea un medio de vida? De cierta manera sí, sería muy grato vivir para esto y de esto; o al menos contar con los recursos suficientes para no tener que someterse al yugo de las estupideces laborales. Pero esas son fantasías, no se vive de la nada ni de los buenos deseos. La posibilidad estará, tal vez, en el mecenazgo. Pero, de nuevo, es muy poco probable que algo así se pueda dar, y si sucediera seguramente se sentiría como una nueva castración. En fin, esto es lo que tenemos y desde aquí escribiremos o no.

Aún así, lo cierto es que tenemos esto. Desde aquí podemos construir lo que sea, desde aquí se puede ser. Cuando digo aquí me refiero a la palabra, con al menos a un lector seguro y dedicado para cada quien. No sé si leíste el artículo que te compartí (The Perpetual Solitude of the Writer), el autor elabora sobre algo que ya hemos mencionado más de una vez, tu dijisteSi no escribo no tengo absolutamente nada. Yo misma me aburro de muerte, pero puedo narrar.. narrarme”, mientras yo escribí “pues el oficio, como lo entiendo y como  lo pretendo ejercer, es algo más parecido a la manifestación de una voluntad, una voluntad emasculada, atrofiada, infértil”. El punto es que escribir es crear mundos, y esto permite crear mundos donde se puede ser. La escritura es una ruta de escape de esto que apenas podemos tolerar. La escritura hace tolerable la vida. De hecho, con toda sinceridad, es lo único que me ha mantenido en paz con la vida durante los últimos años. Suena trágico pero, de cierta manera, es lo que me mantiene vivo.

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Una líneas acerca de la disciplina.

Esta crisis de escritura que estás viviendo ya la viví yo, por muchos años también. Pasaba el tiempo y no lograba definirme, pero tampoco escribía. Entre consejos recogidos de libros y de sinceros amigos fue que llegué a este ejercicio que te he comentado.

Aún no sé qué es lo que quiero escribir. Como tú, me interesa mucho la filosofía, pero no sé si puedo ser suficientemente riguroso como para ser admitido en la academia. Por otro lado también me llama mucho la atención la ficción, o una mezcla deliciosa de ficción filosófica, pero no sé si soy suficientemente talentoso para lograrlo. Por último, después de lo que he vivido, después de los trabajos por los que he pasado, la escritura me parece el único oficio tolerable, y más que eso, agradable.

Y entonces, ¿qué otra forma de saber qué escribir, a qué se ajustan mis capacidades y talentos (si es que hay), si no es haciéndolo? ¿Qué otra forma de afinar los instintos?

Hay que escribir para uno mismo, y no hay que ser tan exigente al principio. Hay que aprender a desnudarse.

Luego hay que considerar los motivos, ¿para qué escribir?

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Lo del filicidio te lo comento para que lo tengamos en mente. Creo que es algo que vale la pena discutir más adelante.

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