─Necesitamos un nombre. Que no sea *** ¿O querés que mantengamos ***?
─No. *** no. Pero así de súbito no se me ocurre.
─Si se te ocurre algo decime; tu sos muy buena para bautizar proyectos. Por ahora pienso en algo como “Del parto a la putrefacción”, pero como siempre, quizá soy muy pragmático para buscar nombres. ¿O solo “parto y putrefacción?
─¿O algo así como “sobre parir lo pútrido”, o solo “parir lo pútrido”? No sé, no soy buena…
─Parir lo pútrido… Pútrido parto… Pútrido alumbramiento…
─…Pútridamente parir… ¡Qué montonal de modos!
─Mjm… por eso no hay que matarse tanto. Es una lotería el éxito del nombre.
─Escogé vos de esos que nombramos. Ya te dije que no soy buena para hacerme cargo.
─¡Jaja!, no te estoy poniendo a cargo. Estamos haciendo lo que se conoce como lluvia de ideas. …Pútridoparto… exploraremos el WordPress….
─¡Hahaha! vale. Vale. Pero eso de escoger nunca lo hago. ¿Cómo así el WordPress?
─Voy a crearlo en WordPress; ya te lo mostraré. Volviendo al nombre, ¿no te parece muy visceral? Pues, podríamos basarnos en “mendigar palabras”.
─¡Jajaja!, va. Me mostrás entonces. Me gustan las vísceras, pero puede ser otra cosa. Podés proponer otra cosa.
─¡Nah!, ya mucho. Démosle diuna, si no es así nunca empezamos. A mí se me ahogan los proyectos por buscar un nombre.
─Es difícil lo de los nombres. Por eso nombrar es una traición.
─“Pútrido parto” quedó.
─Me parece.
─Dame una obra de arte para poner en la foto de portada. ¿Muy cliché? ¿O qué ponemos de foto?
─¿No te gusta más como se escribe junto? Para la foto vísceras, naturalmente. Alguna placenta o un aborto.
─“Pútridoparto”. Te va a llegar un correo para que te podás meter al WordPress. Busqué imágenes de abortos y vísceras no, no gracias.
─¿Judith con la cabeza de Holofernes?
─Ahorita la pongo.
─Pero, ¿no te gusta? No te siento convencido.
─Está buena. La podemos cambiar cada tanto igual. Lo que pasa es que no conozco la historia, o al menos no la tengo en mente. Pero puede ir cambiando con según el tema o el humor de la discusión. Pero bueno, ya me tengo que ir.
─Noches, un abrazo. Y ando contenta de esto, por cierto.
─Si te ataca el bicho, escribímelo.
─Listo. Te escribo.
Por un lado la fantasía de crearse a través de la palabra. Por otro la espera de la muerte de la escritura para hacerse de sus restos putrefactos. En fin, nacimiento y sepultura de la palabra.
Un ejercicio anónimo de escritura. O algo así.