Hola. Ahora sí hace mucho que no te escribo. Pero también hace mucho que no escribo. Como sabés, fui a caer a un trabajo de esos de tiempo completo. Y, pues, escribo bastante, todo el día, pero como sabés no es lo mismo escribir que escribir. Sé que me entendés. Para darte un ejemplo, usualmente me tomaba entre dos meses y dos meses y medio completar un cuaderno de cien páginas; de ese mi ejercicio de sentarme a escribir al menos una página al día. Esta es la página 32 de un cuaderno que empecé el 15 de julio. Podés notar el atraso.
No solo es eso. Este nuevo trabajo está exigiendo sacrificios severos. Ya tuve que botar una clase y me estoy empezando a preocupar con la otra; no estoy seguro de lograr ganarla. Mis horarios están resultando muy largos, más por mi lentitud que por carga excesiva (aunque la carga es bastante fuerte), y como consecuencia termino los días fundido, me cuesta salir a tiempo para llegar a clase y me cuesta más leer por las noches. Estoy intentando compensarlo levantándome temprano para tener algún tiempo para leer en las mañanas, pero eso tampoco está resultando muy bien. En fin, el trabajo me está pagando bien pero me está quitando todo lo demás. Lo triste es que ahora, en este punto de mi vida, la prioridad es saldar deudas; es lo que me exigen las circunstancias.
Ya estoy pensando en empezar a buscar otro trabajo. Lo triste es que, de nuevo, o más bien, aún, no tengo una idea clara de qué quiero buscar. Y bien, así como esto salió del aire, es posible que otra cosa salga. No sé qué voy a hacer. Aún no está decidido.
Entre los efectos de esta rutina he sentido cómo se me nubla el músculo crítico. Nunca he sido muy riguroso en lo académico, pero últimamente, enfrentándome a autores bastante claros, me ha costado muchísimo.
Me siento a la deriva. no he logrado hacer la conexión de mis ideas con lo que hago en el trabajo como para encontrarle algún valor real. Tampoco he podido seguir trabajando en lo que llamaría mis investigaciones personales. También he perdido ritmo en la lectura, muchísimo ritmo. En fin, las circunstancias me están alejando de lo que venía buscando y por lo que venía trabajando por los pasados seis o siete años. La mierda es que de algo hay que vivir, y pues, por ahora toca vivir de esto y poner estos anhelos en suspenso. A veces las pausas son buenas, a veces los desvíos resultan abriendo caminos distintos. Mientras tanto, sigo naufragando deliberadamente.